Gracias Poitiers

L'imposante église Notre-Dame de Poitiers.

Un étudiant du campus de Poitiers fait part de son émotion, à quelques semaines de quitter la ville aux cent clochers pour sa troisième année à l’étranger. Il remercie Poitiers de lui avoir tant donné. Un cri du coeur bouleversant.

Poitiers para muchos es una ciudad limitada. Pequeña y tranquila, algunos resienten no tener una vida tan dinámica como en otros lugares del mundo. Se acuerdan del bajón de la llegada, de las peleas administrativas, y de esos momentos cuando uno no entiende porqué cierran los bares tan temprano. Quizá para algunos estos serán los recuerdos que, al irse en troisième année, guardarán como legado de su estancia en esta ciudad.

Pero a pesar de todo esto, a pesar de no negar que estas quejas son realidades, yo sólo quiero decir una cosa: gracias Poitiers.
Mis dos años como poitevino me han hecho crecer más como persona que en otras ciudades. Con Poitiers descubrí el valor del esfuerzo. Descubrí cómo uno podía enfrentarse a un país ajeno a base de voluntad. Descubrí la importancia de los amigos, del apoyo mutuo, y de los frutos de la perseverancia. No es secreto que a veces nos hemos sentido solos en esta ciudad. Muchos nos hemos deprimido por el camino y nos hemos cuestionado incluso el propósito de estar en Sciences Po. Pensamos que Poitiers no nos oía, nos ignoraba, o rechazaba nuestras necesidades.

Sin embargo, Poitiers no ha sido ciudad de escasez cultural, social, o nocturna. Al final Poitiers nos ha enseñado a mirar debajo del mantel.

Si algo he aprendido de esta ciudad es que, cuando a uno le falta algo, hay que salir a buscarlo. Hay que adaptarse a los horarios. Hay que ser creativo. En Poitiers he hecho cosas que nunca habría pensado que haría. ¿Porqué? Porque para pasárselo bien en esta ciudad hay que ser autónomo. He tenido experiencias maravillosas con gente de lo más interesante en una ciudad que al principio consideraba punto muerto. Esta lección es una que pretendo guardar para el resto de mi vida, y sólo se la debo a las circunstancias de haber vivido en Poitiers.

Poitiers no sólo me ha enseñado a buscar, también me ha enseñado a luchar. Todos esos standoffs con Sciences Po y la burocracia francesa nos han preparado para la vida real en un sentido muy práctico: a veces el deber de alguien no garantiza su cumplimiento de este. A veces hay que insistir para que las cosas salgan adelante. Hay que poner pie firme e imponerse. Desconozco cuantas veces he tenido que ser una espina para un funcionario pero conozco los resultados y son asombrosos. El arte de insistir me ha sido otorgado por la experiencia de Poitiers.

Por último, quisiera dar las gracias a esta ciudad por las amistades que he hecho. La unión hace la fuerza, y llegar sólo a una universidad única me lo ha hecho valer.
Por todo, y por muchas cosas más: gracias Poitiers.

Par Mario Fernandez Hernandez